
MERCEDES COELLO
Hace unos días, tuve ocasión de participar en un debate sobre la Ley de Economía Sostenible y la estrategia que va a seguir la misma en lo referente a la Formación Profesional. Ha llegado el momento de hablar de temas puntuales pero no por ello menos importantes, de cada uno de los aspectos que estaban incluidos en lo que tenía que haber sido el denominado Pacto por la Educación.
Quisiera comenzar diciendo que este país ha perdido una oportunidad única e irrepetible de apartar del debate ideológico determinados temas que al ser de "interés general", deberían de tratarse con carácter absolutamente prioritario por la denominada y denostada "clase política".
La educación en sus distintas variantes constituye, sin lugar a dudas, uno de estos temas, en tanto y en cuanto representa la espina dorsal de nuestra población activa y, por lo tanto, de nuestra economía.
No hemos sabido estar a la altura que nos reclamaba no sólo la situación de emergencia que sufre nuestro sistema educativo -con tasas abandono escolar cercanas al 30 por ciento, altas tasas de paro juvenil sin cualificar y con problemas relacionados con la educación que difícilmente podremos solucionar si no es con el consenso de todas las fuerzas políticas-, sino la sociedad en general, que estaba expectante ante la posibilidad de este pacto.
Padres, madres, profesores, alumnos, sindicatos, colectivos de padres con niños que presentan alguna dificultad especial, en general, agentes de todos los sectores implicados (que en realidad somos todos), vivían con expectación la posibilidad de que tuviéramos la osadía y, por qué no, la generosidad de llegar aunque sea a un acuerdo de mínimos que por fin diera unos ejes básicos sobre los que vertebrar el sistema educativo. No pudo ser. No creo que sea hora de buscar culpables, más allá de lo que queramos especular; el hecho es que no puedo ser.
Y en momentos como éstos es cuando se me vienen a la memoria los versos del poeta cubano de origen canario José Martí, que dicen así: "la historia lleva su carro y a muchos los llevará, por encima pasará de aquel que quiera negarlo".
Nos está tocando vivir momentos históricos que creo que no se van a borrar de nuestra memoria en mucho tiempo; estamos ante el declive del modelo económico que hemos conocido como bueno, pero que sabemos ahora que no era el efectivo. Algo tendremos que pensar, algo tendremos que valorar lo vivido para no cometer los mismos errores.
Un sistema educativo que hace aguas, en algunas comunidades más que en otras, y nuestra Comunidad Autónoma no es ni mucho menos de las mejores posicionadas; una economía que es preciso cambiar, un modelo productivo francamente en desuso, y la absoluta certeza de que, o lo hacemos ahora, o ya no habrá nada que hacer; estaremos destinados al fracaso como sociedad.
La educación es un tema capital, que debe ser abordado con más realismo, con más seriedad y, si me apuran, pragmatismo.
Hemos de ser capaces de mirar nuestros fallos para enmendarlos y no repetir los errores (sería absurdo), y estoy segura de que de no hacerlo así, la historia nos lo reclamaría.
A lo largo de este periodo hemos oído hasta la saciedad que la palabra crisis significa "oportunidad"; pues demostrémoslo.
Seamos capaces de ver el sistema educativo en su conjunto y reorganicémoslo.
Demos educación de cero a tres años para que las mujeres podamos acudir a nuestros trabajos sin que signifique renunciar a cosas (sueldo, tiempo), hablemos de igualdad real con nuestros compañeros masculinos.
Busquemos la calidad del sistema educativo, abordemos de una vez por todas las enseñanzas bilingües que nos sitúen en igualdad de condiciones que el resto de los países europeos, pensemos que las nuevas tecnologías ya no lo son tanto, y que una persona que no sepa hoy en día lo que es Internet está fuera de la realidad.
Y, por supuesto, analicemos que no siempre el único fin del sistema educativo es llevar alumnos a la universidad (que también), dejemos este complejo feo y anticuado de que los que estudian FP son los hijos de otros, no los nuestros.
Hay que abordar a fondo la reforma de la Formación Profesional y adaptarla a los focos de empleo que han ido surgiendo y que, sin duda, surgirán. Hay que ser serios, objetivos, y veraces para evitar que seamos no el hazme reír de toda Europa, sino hasta de nosotros mismos.
Tenemos por delante una gran oportunidad, la Ley de Economía Sostenible. Abordémosla sin cobardías; este mundo ya no está hecho para los cobardes. Es un mundo competitivo y hemos de prepararnos para competir. Hagámoslo